La finca de Guisema
En el término municipal de Tortuera, se encuentra un paraje muy singular de hermosos paisajes: Guisema. Se trata de una finca de 2.580 m² construida al abrigo de unos cerros entre Tortuera y Fuentelsaz.
Este territorio ha permanecido en silencio durante siglos. Muchos hemos escuchado hablar sobre la grandeza de esta finca y algunos han tenido la oportunidad de visitarla. Actualmente es una propiedad privada que no admite visitas.
El Castro de Guisema
Durante el siglo VI a.C., aparecen los castros: poblados fortificados, sin calles, salpicado de construcciones de planta circular. Se situaban en lugares protegidos naturalmente y cerca de terrenos cultivables.
El castro de Guisema estaba protegido por un foso, murallas que bordeaban el recinto y un torreón que vigilaba las vías de entrada.
En tiempos de conflictos, los que vivían en campo abierto acudían a Guisema para garantizar su seguridad. Se han encontrado restos de cerámica de la Edad del Hierro.
Los huella de los romanos
En Guisema se han localizado los restos de una antigua ciudad romana conocida como “El Mosaico”.
No existen muchos indicios de lo que los romanos hicieran en estas tierras, pero tras su paso por la península, se abandonaron los castros y se poblaron los llanos, surgiendo la creación de grandes villas o casas de campo para el señor y su familia.
La frontera entre Castilla y Aragón
Alfonso I de Aragón conquistó este territorio, junto a Milmarcos, en 1122 y lo entregó al extremo sur del Común de Calatayud. En Guisema se levantó un castillo para apoyar nuevas conquistas.
Una vez constituido el Señorío de Molina en el siglo XII, pasó a sus términos y a la propiedad de los Lara molineses y se le otorgó concejo propio.
Los señores de Guisema en el Siglo XIV
1338: Dña. Sancha Alfonso Carrillo, descendiente de los señores de Molina, vende la propiedad a Adán García de Vargas, repostero del rey Alfonso XI, quien también era del vecino despoblado de Guisema.
1340: Alfonso XI manda repoblar Embid y concede a su repostero un fuero por el que permitía repoblar el lugar con 20 veinte personas venidas exclusivamente de Aragón, y no de Molina, eximiéndoles de impuestos.
A Adán lo sucede su hijo Juan de Vargas, quien cedió Guisema a su hermana Sancha, fallecida sin hijos y cuya herencia recae en Ucenda López, viuda de García de Vargas.
1376: Ucenda López y su hijo Sancho Ramírez venden Guisema a Martín González de Mijancas.
1378: la finca pertenecía a Gonzalo López de Stuñiga, alcaide y justicia de Molina.
1379: su viuda y albacea, Sancha de Rojas, lo vende a Aldonza de Ayala, esposa de Pedro González de Mendoza.
La despoblación
1404: Pedro González lo cedió a su hijo mayor Diego Hurtado de Mendoza, quién otorgó ese año sus bienes a su hermano, Iñigo López de Mendoza, futuro señor de Castilnuevo, junto a Molina de Aragón.
El señorío de Embid aparece como parte del patrimonio del conde de Medinaceli, Luis de la Cerda, que ocupó estos territorios a la fuerza
1426: el conde concede el señorío de Embid al molinés Juan Ruiz de Molina, el Caballero Viejo.
1452: los aragoneses tomaron Embid, este fue el acontecimiento que motivó el despoblamiento de Guisema, permaneciendo en pie solo la casa fuerte de los Molina.
1453: Juan Ruiz lo cede en testimonio a su hijo Alfonso, en cuya familia quedó el caserío pasando a los que fueran marqueses de Embid hasta hace unos años.
En la actualidad
En el siglo XXI, este histórico territorio lo ocupa un moderno caserío con frontón, una piscina, la casa del guarda y la del Marqués; rodeados por extensos campos.
Guisema se considera como un término “despoblado” aunque actualmente siga teniendo vida a nivel particular.
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